Los eventos de mortandad masiva de abejas melíferas no pueden interpretarse como hechos aislados ni como un problema exclusivo del sector apícola.
Ante los recientes episodios de alta mortandad de abejas melíferas registrados en distintas zonas del país, investigadoras e investigadores de instituciones nacionales expresamos nuestra profunda preocupación y alertamos a la sociedad uruguaya y a los tomadores de decisión sobre la gravedad de estos hechos.
Las abejas son los principales insectos polinizadores al promover la reproducción de numerosas plantas, contribuyendo así tanto a la producción de alimentos como al mantenimiento y resiliencia de los ecosistemas. Dentro de este amplio grupo que conforman las abejas, las abejas melíferas son las más conocidas debido a su rol en la producción de mieles y otros productos de la colmena (propóleos, ceras, apitoxina) de alto valor biológico y económico. Estas abejas son manejadas por apicultores, quienes las cuidan y multiplican año a año, desempeñando un rol fundamental para mantener sus poblaciones saludables, estables y funcionales.
En nuestro país existen aproximadamente 560.000 colmenas de abejas melíferas, atendidas por unos 2200 apicultores. El número de apicultores ha venido disminuyendo en los últimos años, lo que refleja una tendencia preocupante que afecta directamente a la estructura económica y social del sector. La apicultura está compuesta tanto por productores dedicados exclusivamente a esta actividad como por familias para las cuales constituye una segunda fuente de ingresos, pero igualmente imprescindible para su sostén. El 95% de la miel producida en Uruguay se exporta, exigiendo altos estándares de calidad para acceder a mercados internacionales altamente competitivos. Esto está garantizado por la existencia desde 2011 de un Sistema de Trazabilidad, que regula las condiciones de calidad e inocuidad en toda la cadena apícola. Uruguay, además, es uno de los países con mayor número de colmenas por apicultor, lo que sólo es posible gracias a un trabajo comprometido, consciente y técnicamente exigente.
A pesar de su importancia, la apicultura es un rubro especialmente vulnerable. Las colmenas se encuentran distribuidas en paisajes productivos que no pertenecen a los apicultores, por lo que estos tienen control sobre apenas una pequeña fracción de los factores que determinan la salud y el rendimiento de sus colmenas. La genética, la sanidad y las buenas prácticas apícolas son responsabilidad del productor apícola, pero la nutrición de las abejas, la calidad del entorno y su exposición a agroquímicos dependen casi exclusivamente de las condiciones del ambiente donde se ubican las colmenas. Las abejas melíferas pueden visitar flores que se encuentran a 3 km a la redonda de las colmenas, lo que significa que pueden cubrir 28 km2. Esto representa una enorme superficie donde pueden ocurrir muchas situaciones no controladas por los apicultores, que pueden afectar a las abejas.
Además, las abejas son utilizadas globalmente como monitores ambientales, siendo esta una herramienta científica concreta. Como se mencionó anteriormente, las abejas recorren cientos de km2 en busca de alimento, recogiendo partículas del ambiente, polen y néctar, integrando información sobre la disponibilidad de recursos florales, la presencia de contaminantes y el estado general de los ecosistemas. De esta forma, las abejas permiten detectar cambios en la calidad ambiental, incluyendo la del agua y del suelo; revelar exposición a pesticidas; indicar pérdidas de biodiversidad y alteraciones en el uso del suelo. Por eso, países que comprenden la importancia de conservar sus ambientes han fortalecido los sistemas de monitoreo, han creado centros de investigación especializados y destinan recursos sustanciales a la protección de los polinizadores. Allí, la información generada por investigadores es fundamental para la toma de decisiones públicas y para orientar prácticas productivas más sostenibles.
Quienes suscribimos esta nota vemos con preocupación que nuestro país está perdiendo parte de su riqueza natural y vulnerando el derecho de sus ciudadanos a vivir en ambientes sanos y seguros. Investigaciones nacionales reportan pérdidas anuales de colonias cercanas al 30%, y entre los principales factores asociados se encuentran el estrés nutricional y la exposición —y en muchos casos, la sobreexposición— a pesticidas. Estos factores dependen directamente de lo que ocurre en el ambiente: de cómo se usa el suelo, de las prácticas de manejo adoptadas y del cumplimiento efectivo de las normativas vigentes. Los eventos de mortandad masiva no pueden interpretarse como hechos aislados ni como un problema exclusivo del sector apícola.
Como investigadoras e investigadores de instituciones nacionales vinculados al estudio de las abejas y otros polinizadores, nos sensibilizamos profundamente ante la difícil situación que está atravesando el sector apícola. Las altas mortandades y despoblamientos de colmenas registrados en los últimos días, no solo representan pérdidas económicas para un rubro ya castigado, sino que constituyen una señal de alarma que indica la existencia de problemas serios en el ambiente. Si bien las colmenas permiten evidenciar estos impactos sobre las poblaciones manejadas de abejas melíferas, no es posible dimensionar las pérdidas que seguramente ocurrieron debido a las mismas causas en poblaciones silvestres de abejas, de otros insectos, de peces y otros animales, de plantas, de microorganismos, con las consecuencias ecológicas y económicas que eso traería aparejado y que seguramente no sean aparentes en el corto plazo. Las abejas, una vez más, están evidenciando desequilibrios de mayor alcance, que afectan no solo a la producción apícola, sino al sistema productivo en su conjunto, a los ecosistemas, a su biodiversidad y a la salud de toda la población.
Por todo lo expuesto, exhortamos a los gestores de políticas públicas a tomar esta situación con la seriedad y urgencia que merece. La ciudadanía uruguaya tiene derecho a un ambiente sano, a la vida y a la integridad. Como comunidad científica estamos dispuestos a trabajar de forma colaborativa, horizontal, genuina, en un diálogo de respeto y responsabilidad con todos los sectores productivos y gobierno, para generar insumos que permitan mejorar las prácticas agropecuarias y fortalecer la sostenibilidad del país. Creemos firmemente que es posible continuar siendo un país agroexportador mientras se protege la salud de los ecosistemas y de la población, pero para ello es necesario actuar con decisión, responsabilidad y visión de futuro.
La situación actual interpela al conjunto de la sociedad y nos invita a reflexionar sobre el modelo de desarrollo que estamos construyendo y el futuro ambiental que estamos dispuestos a proteger.
Investigadores e investigadoras firmantes:
- Matilde Alarcón, Instituto de Investigaciones Biológicas Clemente Estable, MEC
- Karina Antúnez, Instituto de Investigaciones Biológicas Clemente Estable, MEC
- Natalia Arbulo, CURE, Udelar
- Daniela Arredondo, Instituto de Investigaciones Una Salud, Udelar
- Guillermo Bragunde, Facultad de Química, Udelar
- Loreley Castelli, CICA, Instituto de Investigaciones Biológicas Clemente Estable, MEC
- Veronica Cesio, Facultad de Quimica, Instituto Una Salud, Udelar
- Selva Cora, Universidad Tecnológica UTEC
- Pablo Cracco, Facultad de Agronomía, Udelar
- Eduardo Dellacassa, Facultad de Química, Udelar
- Rosana Díaz, candidata a doctora en Ciencias Agrarias por Facultad de Agronomía, Udelar
- Laura Fariña, Facultad de Química, Udelar
- Jorge Harriet, Apicultor
- Horacio Heinzen, Facultad de Química, Instituto de Investigaciones Una Salud, Udelar
- Ciro Invernizzi, Facultad de Ciencias, Udelar
- Natalia Mattos, Universidad Tecnológica UTEC
- Yamandú Mendoza, investigador independiente
- Arnaldo Moreni, Facultad de Agronomía, Udelar
- Enrique Nogueira, Facultad de Veterinaria, Udelar
- Silvina Niell, Cenur Litoral Norte, Udelar (Proy. ANII Innovagro-FSA_2_2024_1_180406)
- Sofía Palacios, Instituto de Investigaciones Biológicas Clemente Estable, MEC
- Valentina Rodríguez, Facultad de Veterinaria, UdelaR
- Carmen Rossini, Facultad de Química, Udelar
- Sheena Salvarrey, Facultad de Ciencias, Udelar
- Estela Santos, Centro de Operaciones Apícolas, Los Espinillos (Proy. ANII Innovagro-FSA_2_2024_1_180406)
- Carolina Sosa, Facultad de Química, Udelar
- Gabriela Tamaño, Universidad Tecnológica UTEC
- Diego Vázquez, Instituto de Investigaciones Biológicas Clemente Estable, MEC
- Pablo Zunino, Instituto de Investigaciones Biológicas Clemente Estable, MEC












