A los dos años se quemó con agua hirviendo, de niño perdió a su madre, se fracturó una pierna, a los 20 años sufrió una grave depresión por la muerte de su padre, en el 2005 estuvo cerca de quedar inválido en choque de motos y en el 2012 sobrevivió a un accidente laboral tras una fuerte explosión que lo «agarró» de lleno. Bertollini cuenta su historia a semanario La Prensa.
Juan Carlos Bertollini tiene 61 años de edad y nació en Santa Lucía, Canelones, el 9 de junio de 1953, trabaja desde los 12 años, a los 25 se mudó a Piriápolis y desde hace 22 años trabaja en el céntrico restaurante Yo-Yo de Piriápolis. Es un profesional de la panadería, repostería, en la cocina y además es planchero y pizzero. No tiene apodo, aunque en su pueblo natal le decían “el caníbal” porque jugaba al fútbol todo el día y nunca se cansaba.
Bertollini cuenta que el peor momento de su vida lo pasó a los 20 años, cuando su padre enfermó de cáncer y falleció. “Cuidé a mi padre durante el tiempo que estuvo internado, iba del trabajo al hospital, dormía dos o tres horas por día. Cuando falleció entré en una crisis nerviosa y grave depresión, “me quería matar” dice Carlos; fue ahí cuando alentado por sus patrones decidió trasladarse a Piriápolis para trabajar en los negocios que tenían en Piriápolis. Comenzó en la ex panadería Avenida ubicada en la calle Piria, después de algunos años, pasó al restaurante Yo-Yo, permaneciendo en ese centro gastronómico desde hace 22 años.
Quemado con agua hirviendo
«Tenía poco mas de dos años y estaba jugando a los caballitos y con un palo, que utilizaba como rebenque, le pegaba un caballito. “Mi madre me grita Carlos! cuando levanto el palo y lo engancho a la caldera. Se me volcó el agua hirviendo encima. Me quemé el toráx y el brazo, recuerda Bertollini, enseñándonos la cicatriz que aún perdura (ver imágenes al final)
Fanático del fútbol, jugaba todo el día, en la cancha, en la calle o donde fuere y nunca se cansaba. Eso el valió el mote de “caníbal”. Fue en esas circunstancias que se fracturó una pierna al llevarse un banco de hormigón por delante.
La explosión del 12 del 12 del 12

Una fuerte explosión ocurrió el 12 del 12 del 2012 en un céntrico restaurante de Piriápolis; Juan Carlos Bertollini resultó gravemente herido en el accidente laboral; a poco mas de dos años recuerda aquel día.
“Dos heridos, uno de gravedad que ya fue trasladado al Centro del Quemado en Montevideo, fue el triste saldo de un accidente ocurrido esta mañana en un conocido y céntrico restaurante de Piriápolis, ubicado en la esquina de Sanabria y Tucumán” así encabezaba la noticia semanario La Prensa tras el grave accidente ocurrido en el restaurante la mañana del 12 de diciembre de 2012.
“Funcionarios de Acodike procedían a recargar las garrafas sobre las 11 hs. de hoy cuando por causas que se tratan de establecer se produjo una pérdida de gas en las válvulas que al tomar contacto con el fuego provocó una explosión alcanzando al funcionario de Acodike y a un funcionario del restaurante» continuaba el relato sobre el lamentable accidente que, sin embargo, y felizmente, no tuvo consecuencias fatales.
«Quedáte tranquilo que no va a pasar nada»
Bertollini recuerda así el día de la explosión: “Lo único que me acuerdo es que cuando vinieron de la empresa a cargar los garrafones, que están afuera ahora, antes estaban adentro, dijeron que estaba todo bien, que no iba a haber ningún problema, les dije, voy a apagar la cocina, y me dijeron que no «quedáte tranquilo que no va a pasar nada, está todo arreglado; “tá seguro” le dije, si, si, seguí laburando, me respondieron. Vine para la cocina a buscar una cosa que precisaba y cuando vuelvo veo todo el humo blanco que había y volví corriendo a apagar la cocina pero no llegué a tiempo. Explotó todo. Sentía la cara y las manos quemadas, relata Bertollini. «Salí corriendo para el frente del local y le pedía a los compañeros que me llamen un médico porque me sentía mal, me ardía todo el cuerpo. Desde ese momento ya no recuerdo lo que pasó. Se que me llevaron a un sanatorio en Maldonado y como no era sencillo me trasladaron al Instituto Nacional del Quemado. Según me contaron los compañeros parecía un monstruo, estaba todo hinchado, quemado, todavía tengo las marcas» comentó.
Recién el 23 de diciembre pude empezar a abrir un poco los ojos. Creo que haber tenido los lentes puestos me salvó la vista, reflexionó Carlos. Igual ahora, a dos años, siento que todavía me arden los ojos. También quedé con secuelas en uno de los oídos, escucho poco. Pero me hicieron los estudios y adentro está todo impecable.
Miedo al gas
«Ahora le tomé miedo al gas, cuando siento un poco de olor ya me dan ganas de disparar porque pienso que va a pasar otra desgracia. Quedé con miedo, por eso no veo la hora de jubilarme. Mientras tanto prefiero estar adelante, en la pizzería, con el gas no quiero saber nada, la pase mal, muy mal” asegura Carlos, que destaca la actitud del patrón, Gustavo: “Siempre estuvo, iba todos los días a verme, a ver como estaba, es una excelente persona, me ha ayudado muchísimo” sentencia Bertollini.
El 3 de enero le dieron el alta, desde ese día tuvo que viajar casi diariamente a Montevideo para continuar el tratamiento hasta el 13 de abril, fecha en que se reincorporó al trabajo.
Juicio a Acodike
Bertollini informó que está en juicio con la empresa Acodike, a quien considera responsable del accidente. “La responsabilidad es de la empresa y de los empleados de Acodike que me dijeron que no apagara el fuego; si yo apago no pasa nada. Ellos se comunicaban por radio, no se que pasó, si el otro muchacho no entendió bien, no se que pasó. Ahora estoy en juicio pero la verdad no se en que etapa está eso.
Accidente en moto
Bertollini cuenta que años antes de la explosión, en el año 2005, sufrió un grave accidente de tránsito donde estuvo a punto de quedar inválido. Tengo una prótesis en la columna, se hizo trizas, un centímetro al costado y estaba en silla de ruedas.
«Yo venía bajando del cerro en moto por calle Uruguay y al llegar a Tucumán una moto sin luces dobla y me lleva por delante. Tuve una suerte fabulosa. Me salvaron las ganas de vivir, luché por sobrevivir y me salvé. Creo que el ser católico y muy creyente, una persona buena, es lo que me ha ayudado siempre a salir de las difíciles, concluye Carlos.
Gerardo Debali – semanario La Prensa
Publicado miércoles 21 de enero de 2015 hora 16.30
Fotos: Semanario La Prensa









