Recibimos y publicamos
Gustavo Núñez. Gustavito!
Recuerdo las veces que almorzamos juntos, porque Chopo te sentó en nuestra mesa sin que te tuviéramos físicamente en el lugar.
También fueron amenas las rondas de mate compartido contigo, ya que Chopo te ubicaba en la ronda.
Te conocíamos sin conocerte, te disfrutábamos sin tener el gusto.
Estabas allí presente de cuerpo y alma por que tu amigo siempre te colocaba en el mejor sitio: el del corazón!!!!
Cuando enfermó Chopo y lo trasladamos a Corrientes, me pidió que visitara algunos amigos de Piriápolis y Pan de Azúcar.
Tenía la misión difícil para mí de llegar hasta tu negocio y decirte quién era yo…. Un perfecto desconocido. Pero las palabras claves eran de parte del «Chopo Rodríguez»
Allí todo cambió. La secretaria que en principio se mostraba interesada en atender mi requisitoria dejó paso al encuentro que fue de dos amigos que habían estado ayer nomás juntos…
Tu amabilidad, tu cordialidad, tu trato a los que invocaban a tus amigos hablan de lo que fuiste en vida: Todo un Señor!
Para llegar al café del pueblo a pocos metros de tu negocio, tardamos cuarenta minutos porque en ese corto camino todos te saludaban, te abrazaban, te contaban sobre su vida que con amabilidad infinita escuchabas…
En el café querías saber todo de tu amigo, todos los detalles que con prudencia te fui contando, sobre su salud y padecimientos…
Allí comprendí, que empezaron a ser los tuyos también, porque siempre calzaste los zapatos ajenos para ayudar sin mirar a quién.
Cuando nos despedimos, me diste varios abrazos. Pero el último fue el más sentido. Me dijiste: «este lleváselo al Chopo» y nos abrazamos fuertemente. Creo pude advertir unas lágrimas en tus ojos.
Gustavito, cumplí con tu pedido… Itinerante y cuidadoso, transporté por más de mil kilómetros, con especial cariño el abrazo que tenía destino en Corrientes y donde su destinatario lo recibió con especial emoción e infinita alegría. Eso causabas en los que te rodeaban: alegría y emociones!!
Hasta pronto Gustavito!
Seguirás compartiendo nuestras mesas y nuestras rondas de mate, con los nietos de tu amigo Chopo Rodríguez.
Abelardo Rojas
Yerno del Chopo













