
Durante el homenaje que el comité de base «Eduardo Mondello» rindió a Milka Alperovich el pasado 25 de agosto, uno de sus hijos, Claudio Invernizzi, en dialogo con semanario La Prensa, habló de su madre, su vida y su vinculación a Piriápolis.
Milka Alperovich nació el 30 de noviembre de 1917 en Ucrania en el seno de una familia de origen ucraniano judío.
“Mis abuelos se fueron a Alemania, país donde vivieron un año y cuando mi madre tenía 6 años llegaron a Mendoza, Argentina. Después se trasladaron a Buenos Aires y de ahí a Piriápolis, cuando el balneario recién arrancaba. Por los años 40 y pico conoció al viejo (José Luis “Tola” Invernizzi”), y ahí empezó la historia conjunta” recuerda Claudio.

Sobre su madre, a quien cariñosamente llama “vieja”, comentó: “Fue una persona muy especial, sobre todo por lo que señalaba Rafael (Meilán), respecto al nivel de inserción social que tuvo con Piriápolis, el esfuerzo que volcó sobre todo en aquellos hitos que hacen a la comunidad, que en todos ellos, la “vieja”, tuvo algo que ver. Ya sea trabajando honorariamente en la arquitectura, participando en las comisiones que llevaron adelante los procesos, como el Liceo de Piriápolis, la policlínica, ampliaciones de la escuela 52, del colegio, de la propia comisaría…
“Durante la dictadura mi madre se tuvo que ir, vivió en Argentina durante 10 años, y volvió como se había ido, con las mismas ganas de trabajar, y con las mismas ganas de vincularse a la comunidad por encima de cualquier bandera partidaria, por encima de cualquier pasión política» señala.
La “vieja” era en realidad una persona que con muchísima sabiduría, se sobreponía a estas situaciones para llevar adelante proyectos que tenían que ver con la comunidad toda, y no con una sola bandera” subrayó Invernizzi.
“Todo eso vinculado también a la vida familiar y a lo que significaba para nosotros hacia adentro y lo que significaron los dos, junto con el viejo, para la comunidad, sobre todo y como Rafael (Meilán) lo planteaba, el viejo era la convocatoria y la vieja era el equilibrio.
Así funcionaron, el “viejo” era pura pasión y entrega, y la “vieja” era puro orden y esa era la forma que tenían ellos de convivir y de vincularse al contexto mas inmediato que era la comunidad de Piriápolis y un gran amor a la ciudad, que en definitiva es un gran amor a la gente que habita la ciudad. Uno puede enamorarse de los árboles, de los cerros, de las playas, pero si no te enamorás de la gente que está habitando ese lugar, el amor es deficitario. Y creo que el amor de la “vieja” fue pleno como también lo fue el del “viejo” sentenció Invernizzi.
Fue como todas las madres, cariñosa, preocupada, una madre que le tocó vivir varios sinsabores a lo largo de su vida, que tuvo tropezones con sus hijos sobre todo durante la dictadura, y que tuvo que remontarlos y lo hizo. Creo que el ejemplo que me quedó de ella para mi es el de la entereza. Fue una mujer muy entera, muy consecuente, dio pelea por lo que consideraba correcto, y esto no es un sentido político sino, en sentido social, familiar, personal y para una época en la cual no era fácil ser madre, ser trabajadora y ella lo supo hacer.
¿Qué impresión le deja este homenaje?
Estoy muy contento. Lo que señaló Stella (Couto), me parece interesante, cuanta gente es merecedora de estos homenajes, cuantas mujeres que uno puede tener en la memoria que fueron parte de toda esta historia en el arranque, estarían mereciendo un homenaje. Como dijo Stella, es hora que las mujeres ocupen un lugar y creo que lo que sucede con la “vieja” simboliza ese lugar de género que se le debe a la mujer y que seguramente seguirán viniendo otras.
Una cosa muy interesante es que la vieja tuvo una vida muy intensa para ser mujer de la época, se recibió de arquitecta y trabajó como tal, con mucha independencia, una mujer de mucha firmeza, en un momento en que la mujer ocupaba planos no demasiado visibles.
Justamente, buscando la foto para el comité, encontré fotos viejas de comisiones de la época y aparecían todos hombres y mi madre, la única mujer. Tenía un emprendedurismo muy fuerte, por supuesto que había otras mujeres claramente.
Creo que en ese sentido simbólicamente es muy lindo que hayan elegido a la “vieja” para hacer este homenaje. En el sentido de la mujer emprendedora, independiente, firme y peleadora, desde un lugar que lo hacía a través de los hechos no de los discursos. Ella iba, se sentaba y que la sacaran» agrega Invernizzi.
Sobre el planteo de Meilán, en cuanto a que un espacio público lleve el nombre de Milka Alperovich ¿Qué opina?
Eso queda a consideración de la gente, de los habitantes, de los vecinos, de los ciudadanos y lo que ellos resuelvan para mi va a estar bien” consideró Invernizzi.
Hay quienes sostienen que el Liceo de Piriápolis también debiera llevar el nombre de Milka Alperovich
Es probable, la “vieja” entregó mucho al liceo, creo que indistintamente podía haber llevado el nombre del viejo o de la vieja. Creo que lo que sucedió allí es que el viejo falleció antes” reflexionó Claudio.
Milka Alperovich fue madre de tres hijos, uno en primeras nupcias, Carlos Alberto Schwartz, quien hoy reside en España y dos en segundas nupcias cuando contrajo matrimonio con José Luis “Tola” Invernizzi.
De ese matrimonio nacieron Mario, político y actual alcalde de Piriápolis y Claudio, empresario publicista, quien diseñó la campaña política del candidato frenteamplista Tabaré Vázquez en las elecciones del 2014, que tras el balotaje de noviembre se convirtió en presidente de la República por segunda vez.
Milka Alperovich falleció en Maldonado el 23 de junio 2003 (*), a los 86 años de edad. “Hasta último momento vivió lucida, entera, fueron 86 años muy bien calzados, como el viejo” concluyó su hijo, Claudio Invernizzi.
(*) Corresponde decir que el año de fallecimiento puede no ser exacto, cabe la posibilidad que exista un año de diferencia.
Gerardo Debali – semanario La Prensa
Lunes 7 de setiembre de 2015 hora 14:27
Fotos semanario La Prensa








