El caso Ivanna Soto resurge y esta vez es la propia protagonista que, a través de una carta enviada a la redacción de semanario La Prensa, lanza un desesperado pedido de ayuda que le permita destrabar su situación y llevar una vida normal y digna junto a su familia. Ivanna Soto, de 43 años de edad, oriunda de Piriápolis, y sus dos hijos, Octavio (4) y Luciano (2), permanecen ocultos desde hace mas de dos años por acoso y amenazas de parte de su esposo y por una causa judicial de restitución internacional de menores.
El juicio iniciado en mayo del 2013 por el padre biológico de los menores, el italiano nacionalizado estadounidense, Guy Brunetti, reclama la restitución de los niños. En primera instancia (setiembre 2013) el fallo fue a favor de Soto, pero fue apelado y al mes siguiente el Tribunal de Apelaciones cambió el dictamen favoreciendo a Brunetti, determinando la restitución del menor de 4 años y su regreso a Estados Unidos. La madre no acató la resolución, decidiendo permanecer oculta para no entregar al niño, situación en la que se encuentra desde mediados del 2013.
La madre explica a semanario La Prensa porque no acató la resolución judicial: «No puedo entender que criterio usan los jueces para una decisión así, si la misma ley en la que se basan dice que tienen que ver qué es lo mejor para el niño; la misma psicóloga designada en el juicio vio y dijo que lo mejor para Octavio era «que se quedara con su mamá y su con hermano». ¿Qué es lo que está pasando entonces? – se pregunta Soto -No lo entiendo… pero tampoco puedo aceptarlo sin intentar impedirlo porque sé el daño que le harían a mi hijo. No se trata de los derechos del padre o míos, sino de los derechos del niño» sostuvo Soto, que afirma «… mas allá de las consecuencias legales que esto pueda traerme, no lo voy a alejar de mí y de su hermanito con quién ya ha convivido dos años y es además su mejor amigo»
«… No hay nada para decir en contra mío como madre, intento darles lo mejor de mí para que sean unos niños felices, como lo son a pesar de las difíciles circunstancias, e intento que no noten lo que nos sucede, pero no es justo para ellos. Merecen una vida normal» sentenció Soto.
«Pido por favor desesperadamente a quién pueda ayudarnos que lo haga… no a mí, a mi hijo Octavio que es inocente y si se lo llevaran le estarían haciendo pagar con un dolor que no merece, y a Luciano que sufriría de la misma forma que Octavio si lo separaran a su hermanito» aseguró la madre.
En la extensa carta, que titula «MAMA DESESPERADAA – AYUDAAA», Soto hace además un detallado resumen de la historia que la llevó a esta terrible situación, que la tiene desde hace mas de dos años oculta en algún lugar, privándola de tener una vida digna y normal junto a sus hijos, ante el acoso personal, amenazas y juicio de restitución de menores que lleva adelante un ciudadano extranjero, padre biológico de los niños.
La pareja se radicó en Uruguay en el año 2010. En el 2012, Brunetti conmina a Soto a realizar un viaje a Nueva York, Estados Unidos, supuestamente por negocios (tenían planes de hacer importaciones), y también para que Ivana conociera a su familia y tratar de convencer a la suegra, afectada por una enfermedad, para que se radicara en Uruguay junto a su hijo. Pero las intenciones de Brunetti no eran precisamente esas. Pasaron los meses sin que Ivana sospechara nada, hasta que en enero de 2013 conciben su segundo hijo. Al quedar embarazada, Soto se apresta a volver inmediatamente a Uruguay para comenzar los controles, ya que el primer embarazo había sido de alto riesgo, y es ahí donde quedan al descubierto las verdaderas intenciones de Brunetti de no regresar a Uruguay, manifestando su desprecio por el país: «Acostumbrate a esta vida porque nos quedamos acá para siempre» advirtió el hombre a su pareja. Desde entonces Ivana y su hijo Octavio permanecieron literalmente encerrados, secuestrados en el apartamento de Nueva York , bajo constantes y sistemáticas amenazas.
En mayo de 2013, aprovechando un descuido de Brunetti y su cómplice (la madre), Ivana con un hijo en brazos y otro en el vientre, logra escapar, dirigiéndose directamente al aeropuerto y con el respaldo de su familia y ayuda económica de una amiga adquieren los boletos de avión que los devolvió al país.
Una vez en casa, Soto se comunicó con Brunetti para avisarle que estaban en Uruguay: «Ya estamos en casa, podés venir cuando quieras a ver a tus hijos» señaló la madre a la pareja. Brunetti enfurecido viajó inmediatamente a Uruguay, comenzando un juicio por restitución internacional de menores. En primera instancia la Justicia falló a favor de Soto, pero apelación mediante y en segunda instancia el fallo fue llamativamente a favor del extranjero, dando lugar la Justicia al pedido de restitución del menor. Una vez conocido el fallo, la madre decidió ocultarse para no hacer entrega del menor requerido. El caso trascendió en los medios de prensa capitalinos, llegando incluso la televisión a otorgarle amplios espacios a Brunetti.
A mas de dos años, Ivana Soto y sus hijos continúan prófugos de la Justicia, ocultos y su paradero es desconocido. La madre y los niños claman por ayuda para poder salir de su cautiverio, vivir libremente como cualquier familia y llevar una vida digna en su país.
El abogado que lleva adelante la defensa de Ivanna Soto es el Dr. Pablo Bonaudi, quien ha manifestado que el plazo de la sentencia del tribunal de apelaciones tendría que haber caducado por lo tanto las medidas que allí se disponen debieran quedar sin efecto.
Gerardo Debali – semanario La Prensa
Publicado miércoles 14 de octubre de 2015 hora 20:30
Carta de Ivana Soto
MAMA DESESPERADAA… AYUDA
Mi nombre es Ivanna Soto tengo 43 años, soy uruguaya madre de 2 chiquitos ambos nacidos en Uruguay, Octavio de 4 añitos y Luciano de 2. En el año 2010, después de vivir 8 años en España, pude comprar mi casa propia acá en Montevideo, entonces decidí retornar a Uruguay y radicarme definitivamente cerca de mi familia. El último año, aún en España retomé una relación con un hombre italiano, nacionalizado en EEUU al que había conocido muchos años antes en 1997 cuando fui por primera vez a Nueva York a trabajar y estudiar inglés…quién hoy es el padre de mis hijos.
Él me visitaba en España y se quedaba cada vez que iba 2 o 3 meses. Cuando yo vuelvo a Uruguay, el también viene a vivir acá; pide la residencia uruguaya y se radica también a través del Consulado Italiano como ciudadano italiano residente en Montevideo.
Vivimos dos años en mi casa de Montevideo. En el 2012 me ofrece hacer un viaje a Nueva York para conocer a su familia, y según él en ese momento su madre estaba enferma con grave riesgo de perder la vista así que pretendía convencerla de venirse a vivir con nosotros. Además teníamos la idea de hacer una importación de allá, así que
pretendíamos quedarnos unos meses para resolver todos esos temas. Los primeros meses estuvimos en paz porque yo desconocía todavía que su intención al llevarnos era no dejarnos volver a Uruguay.
Pasados los primeros 3 meses quedé embarazada de nuestro segundo hijo (como estaba dentro de nuestros planes, de ambos, ya que por mi edad no podíamos dejar pasar mas tiempo, aunque él negó en el juicio haber participado de esa decisión) fue en enero del 2013 y es en ese momento cuando al querer regresar enseguida para empezar a controlar el embarazo en la Española como lo había hecho con el primero (ya que fue un embarazo extremadamente delicado, que me comunica que no volveremos mas y me dice «que me acostumbre a esa vida porque allá
nos quedaríamos para siempre«..y recién ahí me revela su desprecio contra Uruguay y los dos años que habíamos vivido acá…nunca se adaptó pero tampoco nunca me lo había manifestado hasta tenerme de rehén en su país donde se sentía un hombre poderoso y a mí indefensa como me lo repetía en cada discusión, diciéndome que él
ahí tenía todo a su favor y yo nada, y me aterrorizaba bajo la amenaza continua de sacarme a mis hijos. Entonces nos encierra (literalmente) con llave a nuestro hijo Octavio de 1 añito en ese momento y a mí, en el apartamento de su madre donde nos alojamos esos meses y no me permite salir sola a ningún lado en los meses siguientes por miedo a que regresara…ya que yo le dije que no podría tenernos encerrados para siempre y que regresaríamos a Uruguay.
El como no trabajaba ni lo hizo nunca en los años que estuvimos juntos, desde el 2009 cuando me visitaba en España, ni los dos años que vivió en Uruguay ni esos meses allá (a pesar de que presentó algo en el juicio que dice lo contrario pero es una gran mentira) me tiene controlada las 24 hs. y no me permite salir, la puerta del apartamento estaba siempre cerrada con llave.
Una vez que él no estaba pero su madre sí, le pedí a ella me abriera para llevar a Octavio a un parquecito cerca, y ella lo hizo pero le avisó enseguida al celular y el fue a buscarnos. Otra vez, íbamos al médico porque a el le había pasado algo en su pie y no podía apoyarlo ni conducir, entonces me pidió que conduciera yo y él se sentó en el asiento trasero con Octavio, en el camino suena su celular y era uno de sus amigos italianos (Salvatore Bocassini) avisándole que había visto a su mujer manejando su
auto.. entonces él le dice que iba sentado atrás y «bromean riéndose y dicen, llamá a la policía que se escapa!»
Cuando yo le decía que aunque tuviese que quedarme en ese país me separaría, el me decía que nunca otro hombre ocuparía su lugar y que «me sacaría a mis hijos para verme llorar el resto de la vida» (esas eran sus textuales palabras en ingles) como lo había hecho otro íntimo amigo suyo, italiano también del Bronx, Carmine Tarantino, quién le sacó los dos hijos a su esposa, una mujer dominicana y de los cuales mi ex marido, además de ser el padrino de éstos dos niños, lo ayudó a sacarle los hijos a su mujer según él mismo me reveló…pero nunca antes acá en Uruguay me había contado esa historia, recién lo hizo cuando me tenía allá en su territorio.
Quiero aclarar que recalco que son «italianos» cuando menciono a él o sus amigos porque a pesar de que creía conocer a éste hombre, realmente lo conocí cuando pude ver el entorno en el que se crió y el círculo de gente que lo rodea, su inmensa mayoría italianos …que no tienen nada que ver a los italianos uruguayos hijos o nietos de inmigrantes, el fue criado en un gueto y parecen salidos de una película de la mafia de Al Capone.
Mi ex marido no trabajó en todos los años que estuvimos juntos pero vive actualmente en una zona lujosa de Nueva York aunque fue criado en el Bronx, tiene una colección de relojes Rolex, ropa y zapatos de diseñadores italianos y camperas de cuero de 4 mil dolares que usa cuando sale a tomar con sus amigos en su moto Harley Davidson.
A los 4 meses de estar allá me comuniqué por e-mail con el Consulado Uruguayo en NY pidiendo ayuda y asesoramiento, y mi familia acá hace lo mismo en Montevideo en el Ministerio de Relaciones Exteriores… ellos me ayudaron y asesoraron hasta el día en que pude regresar.
Fue recién a los 9 meses en mayo del 2013, cuando un día tengo la oportunidad de salir de esa casa ya que no estaban ni su madre (quién era su cómplice) ni él….ese día habían salido y dejaron la llave en la puerta; así fue que sin pensarlo dos veces, me fui al aeropuerto con lo puesto y una muda de ropa para Octavio, y salí en el primer vuelo que nos sacó de allí con la ayuda de mi familia y una gran amiga, porque yo además no tenía dinero, así que ese día necesité también de ayuda económica para pagar el pasaje de avión que compré esa misma mañana y el taxi que nos llevó a el aeropuerto porque en ese momento yo no trabajaba y dependía totalmente de él, y él lo sabía por eso no me daba ni un dolar…era otra forma de asegurarse de que no podría ir a ningún lado.
Al día siguiente desde Uruguay lo llamé y le dije que ya estábamos en nuestra casa, y que podía venir a ver a su hijo siempre que quisiera. Entonces enfurecido me dice como lo había dicho tantas otras veces, que me sacaría a mi hijo a las buenas o a las malas.
A los pocos días furioso se presenta en mi casa de Montevideo diciéndome toda clase de amenazas… y empieza un juicio por rapto de Octavio, mintiendo que nuestro lugar de residencia era EEUU y no Montevideo donde habíamos vivido dos años en mi casa, donde realmente era nuestra residencia permanente, donde él mismo se hizo residente uruguayo e italiano (en el Consulado) , donde vimos nacer a nuestro hijo, nos casamos y habíamos vivido con Octavio hasta que cumplió los 9 meses cuando hicimos ese infortunado viaje ….pero él es un hombre muy hábil que con mucha paciencia fue tejiendo una telaraña mucho antes de irnos cuando aún estábamos en Uruguay.
Convenció a los jueces presentando pruebas falsas y manipuladas a su conveniencia, como fotos de Octavio en la biblioteca pública diciendo que eran de una escuelita a la que asistía, o documentos donde afirma que yo quería comprar una casa allá, si existe una firma mía allí es falsa porque nunca firmé nada para comprar una casa.
Durante el juicio a través de una pericia psicológica ven la escasa relación de Octavio con su padre, quién llora desesperadamente llamándome cuando me hacen dejarlo solito en una habitación con él, entonces la psicóloga me hace pasar al minuto, porque si bien su padre estaba en la casa las 24 horas desde que nació, nunca le cambió un
pañal, le dio de comer, lo bañó o lo hizo dormir (para éste hombre esas eran tareas de la mujer, y yo las hice siempre encantada de poder hacerlas, ahora por mis dos hijos, a quienes cuido como el mayor regalo de la vida porque tengo 43 años y deseé y soñé
durante muchos ser madre, y como mi ex marido lo sabe mejor que nadie, sabe que ni arrancándome la vida me haría sufrir tanto como alejando a alguno de mis hijitos de mí…él es su padre y yo nunca le negué ese derecho, y mucho menos le negaría a mis hijos el derecho de tener una relación normal con su padre aunque no estuviésemos juntos, pero NADIE va a cuidar mejor de éstos dos chiquitos que yo misma su
mamá.
Entonces en setiembre del 2013 el juicio sale favorable a que Octavio se queda acá en Uruguay, conmigo y su hermanito que en ese momento venía en camino, el mismo Octavio había elegido el nombre para su hermano.
En ese momento yo estaba casi de 9 meses de embarazo. Su padre que estaba alojado desde Junio en un hotel céntrico de Montevideo a 4 cuadras de mi casa, me persigue y acosa las 24 horas del día, vigila para adentro de mi casa espiando por las ventanas de día y de noche, de madrugada y borracho tira piedras a mi casa, y espera todo el día
escondido en los portales de edificios vecinos para verme salir y seguirme cuadras, mientras yo iba embarazada y empujando el cochecito con Octavio dentro…todos mis vecinos eran testigos y me advertían de que tuviese cuidado porque «ese hombre era peligroso y no estaba bien» me decían.
Así es que decido irme a Piriápolis con mi familia. Un juez de violencia doméstica le pone una orden de alejamiento la cual no respeta nunca porque se aparece allá también y vigila mi casa de la misma forma que lo hacía en Montevideo; una de esas noches grita desde la calle que me mataría. Él no sabía que yo ya no estaba allí porque enseguida de nacer mi bebé decidí esconderme de él como estoy desde entonces con mis dos hijitos.
Tras el resultado del juicio de primera instancia, su «importante grupo de abogados», apelan la sentencia y el tribunal decide anularlo y entregarle a Octavio a su padre para que se lo lleve a EEUU. Han pasado casi dos años ya de eso, y si de mí depende nunca voy a entregar a mi hijo a un hombre que si bien es su padre biológicamente
nunca le cambió un pañal y a quién Octavio le tiene miedo porque es casi un desconocido…..que clase de madre sería si lo entregara para que se lo lleven a un país entre desconocidos, donde ni siquiera le van a hablar el idioma que entiende…sería una crueldad inhumana separarlo de mí y de su hermano.
Supongo que mi instinto de madre y saber el daño que le harían a él alejándolo de nosotros, no me permite razonar con claridad, pero no puedo entender que criterio usan los jueces para una decisión así, si la misma ley en la que se basan dice que tienen que ver qué es lo mejor para el niño… y la misma psicóloga designada en el juicio
vio y dijo qué era lo mejor para Octavio, «que se quedara con su mamá y su con hermano» …que es lo que está pasando entonces? no lo entiendo…pero tampoco puedo aceptarlo sin intentar impedirlo porque sé el daño que le harían a él. Creo que no debería de tratarse de los derechos del padre o míos, sino de los derechos del niño, y él debería tener derecho a crecer junto a su hermanito y a su madre quién lo amamantó desde su nacimiento hasta el año y medio, como lo hago todavía con Luciano su hermanito, soy la única persona que lo ha cuidado y con quién él se siente tranquilo y seguro como es lo normal, no hay nada para decir en contra mío como madre, intento darles lo mejor de mí para que sean unos niños felices, como lo son
a pesar de las difíciles circunstancias, e intento que no noten lo que nos sucede, pero no es justo para ellos. Merecen una vida normal.
Supe que el año pasado el padre también pidió llevarse a Luciano a quién ni siquiera conoce ni yo registré con su apellido ya que lo había rechazado durante todo el embarazo y negado en el juicio, pero no se lo concedieron a pesar de que también apeló.
Evidentemente nosotros sus padres nos equivocamos, sino ahora no estaríamos pasando por todo ésto, pero no puedo dejar que nuestros errores los pague Octavio, y sea él, quien sufra y sea el condenado, al menos no sin hacer todo lo posible por evitarle ese sufrimiento. Por eso si de mí depende, mas allá de las consecuencias legales que esto pueda traerme, no lo voy a alejar de mí y de su hermanito con
quién ya ha convivido dos años y es además su mejor amigo.
Pido por favor desesperadamente a quién pueda ayudarnos que lo haga…no a mí, a mi hijo Octavio que es inocente y si se lo llevaran le estarían haciendo pagar con un dolor que no merece, y a Luciano que sufriría de la misma forma que Octavio si lo separaran a su hermanito.
Muchas gracias.







