
«Y si jode mucho… no le damos nada» dijo Antía. «Las firmas recolectadas por los vecinos piden el nombre del edificio no de un «ambiente» recordó Roberto Delfante que propone que la Casa de la Cultura de Piriápolis lleve el nombre de su padre, el extinto maestro Omar Delfante. La apreciación surge luego que Delfante tuviera acceso a un audio donde jerarcas de la Intendencia de Maldonado hablaron sobre tema señalando que iban a dar el nombre de «Omar Delfante» a un «ambiente» del edificio «con el fin de dar tranquilidad a la familia que estaba un poco nerviosa» afirmaron Por su parte, Antía,, respondió con dureza: «No es un ambiente, es la sala principal y si jode mucho no le damos nada»
Roberto Delfante junto a su amigo «Tito» Sosa, visitaron la redacción de diario La Prensa un tanto preocupados por esta situación, ya que ambos impulsores de la campaña de recolección firmas sostuvieron que «lo que se pretende es que, por derechos adquiridos, la Casa de la Cultura lleve el nombre del maestro Omar Delfante y no el de un ambiente»
“Estamos luchando para que se le ponga el nombre de Omar Delfante a la Casa de la Cultura, no a un ambiente del edificio» sentenció Delfante. «Así lo solicitan las 1042 firmas de los vecinos de Piriápolis. La solicitud es para el nombre de la Casa de la Cultura, no es otra cosa lo que pretendemos» agregó
Delfante recordó que su padre, Omar, no solamente es de los precursores de lo que es hoy el edificio de la Casa de la Cultura, sino de los que trabajaron para recuperar las manifestaciones culturales del pueblo uruguayo que se habían perdido con la dictadura»
Precursores de la Casa de la Cultura de Piriápolis
«Lo que pude sacar de la documentación que estuve buscando, los iniciadores de la Casa de la Cultura de Piriápolis, además de mi padre, Omar, fueron: Lía Quirque, Gabriela Sención, Susana Trías, Gladys Chocca de Papandoni, León Schusmann, Adriana Menditeguy, Doris Adriana Vera, Katia Gomesa de Repetto. Algunas de estas personas fallecieron, otras están vivas y a la orden para consultar y evacuar cualquier duda, y para contar como se dieron los primeros pasos, como fue todo, la lucha que hubo para poderlo hacer, como se lograron los terrenos, como se hizo el edificio, etc.» remarcó Delfante.
Campaña de recolección de firmas
Los lugares que se juntaron firmas para esta campaña son: Librería El Estudiante, kiosco Rambla (de Clavijo), kiosco de Sebastián Rocha en Av. Piria y Tucumán, Omar Berruti, Barón Caraballo, Yamandú Goicoechea, Duberlindo Gaday, pobre Oldi (se me fue el nombre, pido disculpas) Ignacio Garateguy, Tito Sosa, y quien habla. Este grupo fue el que organizó y recolectó las firmas. Pido disculpas porque se me escapan algunos nombres» señaló Delfante.
Por su parte, «Tito» Sosa (foto), habló sobre el tema, comentando que lo único que «pretendo es que se haga justicia con algo que conocí , que viví y ayudé en su momento porque con Delfante nos reuníamos en varias ocasiones cuando el llegó al “pueblito”, y fundamos el club Rampla Jr.»
«Desde ese momento, Delfante, tuvo un primordial interés y trabajó como ninguno para el progreso del barrio Pueblo Obrero y cuando digo “pueblito” digo Piriapolis. Como lo conozco profundamente y se la obra que hizo, creo que es un acto de justicia darle el nombre del maestro Delfante a la Casa de la Cultura» exhortó Sosa.
«Sería muy grato para mi ver materializada esta propuesta porque por todo el trabajo que hizo, es un hombre que se merece estar ahí» afirmó el vecino.
Antía: No es un ambiente, es la sala principal y si jode mucho no le damos nada
Diario La Prensa, en conocimiento de esta situación, trasladó la inquietud al intendente de Maldonado, Ing. Enrique Antía, y esto fue lo que respondió el jefe departamental:
«No es un ambiente, es la sala principal, y si Delfante jode mucho no le damos nada» aseveró el jerarca.
Antía explicó, palabras mas, palabras menos, que habiendo tanto requerimientos de nombres para la Casa de la Cultura de Piriáñpolis, no está en el ánimo de Intendencia de Maldonado designar con un nombre al edificio. Si, en cambio, las salas interiores. Agregó que, salvo casos puntuales como Pan de Azúcar, las Casas de Cultura no llevan nombres.











