El Liceo de Piriápolis cumplió el 17 de marzo de 2018, 60 años de fundación. El emotivo acto para celebrarlo se realizó el viernes, 16 de marzo, en la plaza Artigas ante un gran marco de público que acompañó tan significativo acontecimiento. La ceremonia contó con la presencia de autoridades locales, departamentales, del Liceo y de Secundaria, alumnos y exalumnos del liceo, instituciones educativas y castrenses de la zona. La Armada Nacional sorprendió con un vuelo rasante de uno de sus aviones pìloteado por un exalumno del liceo, el C/F Nicolás Sanguinetti, mientras la Orquesta Departamental cerró el acto con divertido espectáculo donde no faltó el tradicional que los cumplas feliz!
Puntualmente, a la hora 10:00 el maestro de ceremonia, Prof, Alberto Váccaro, dio inicio al acto, invitando a entonar las estrofas del Himno Nacional. Seguidamente se procedió a leer notas de salutación enviadas por varias instituciones.
En medio de esta instancia, hizo una pasada a muy baja altura, sobre el liceo y la plaza, una aeronave de la Aviación Naval, en homenaje y reconocimiento al Liceo de Piriápolis, reeditando de alguna forma lo ocurrido aquel 17 de ,marzo de 1958 cuando un desfile aéreo dio la bienvenida al Liceo Popular (ver nota mas abajo).-
Mas tarde hizo uso de la palabra Victoria Barrios, alumna del liceo y nieta del Dr. Héctor Barrios, gran gestor del Liceo Popular y primer director, que estuvo acompañada por su padre Edgardo, y su tía Alondra, hijos del Dr. Barrios y exalumnos del Liceo Popular. Después se leyeron emotivas palabras a cargo de Estela Larralde, primera secretaria del Liceo durante casi todo el quinquenio fundacional, y Dina Ricco, exalumna, que contó detalles de lo vivido en los primeros años por el grupo de alumnos, “mas que de alumnos, de amigos” expresó Ricco, recuerdos que conmovieron y emocionaron al público presente hasta las lágrimas.
Representantes de la comisión de APAL hicieron una breve intervención saludando los 60 años del liceo no desaprovechando la ocasión para insistir sobre el nuevo liceo para Piriápolis.
Fue el director del Liceo de Piriapolis, Prof. Hugo Estran, quien cerró oficialmente la parte oratoria con un discurso histórico que transcribimos en esta página.
La Banda Departamental cerró la emotiva ceremonia poniéndole música a la jornada, interpretando primero la canción Cumpleaños feliz y luego varios temas de corte internacional que dieron al evento un clima de fiesta.
El piloto, un exalumno del Liceo de Piriápolis
HOMENAJE DE LA AVIACION NAVAL UN SORPRESIVO DESFILE AEREO
Apenas comenzado el acto del 60º aniversario del Liceo de Piriápolis, apareció desde el mar, a gran velocidad y con un descomunal ruido de motores, un avión naval, que pasó casi a la altura de los árboles, provocando la alegría de los chicos, sorprendiendo a todos con su vuelo rasante.
El maestro de ceremonia, Alberto Vaccaro, en medio de la sorpresa y conmoción de todos, en tanto el avión daba vueltas en círculos sobre la plaza y hacia otra pasada, explicó que se trataba de un T 34 Charlie Turbo Mentor, aeronave de instrucción aeronaval, comandada por el Capitán de Fragata Nicolás Sanguinetti, exalumno del Liceo de Piriápolis, aviador naval y Director de la Escuela de Aviación Naval.
Se explicó el histórico vínculo de la Base Aeronaval Nro. 2 de Laguna del Sauce con los orígenes del Liceo Popular, en donde trabajaron como profesores, honorariamente, varios pilotos navales, traídos por el propio Héctor Barrios, primer director del liceo, y que fuera médico de la base.
A la ceremonia, acudió una delegación de dicha fuerza, encabezada por el Capitán de Corbeta Luis Diaz, Jefe de la Base Aeronaval.

Discurso de Victoria Barrios; nieta del Dr. Héctor Barrios

Yo no conocí a mi abuelo, murió muy pronto, y 30 años antes que yo siquiera llegara a este mundo. Se llamaba Héctor Barrios, y para mí era el retrato de un hombre que aparecía en fotos antiguas que alguna vez pude ver.
Cuando crecí un poco, mi padre y mi tía, me contaron que había sido médico, y no mucho más. Hasta que luego supe y vi con mis propios ojos que la calle que continuaba con Tucumán llevaba su nombre, así como la policlínica de Salud Pública.
Fue cuando me explicaron que esta calle unía las dos instituciones en las que mi abuelo había sido no sólo su primer director, sino la persona que impulsó y condujo a toda la comunidad de Piriápolis para conseguir de forma colectiva dos derechos fundamentales para la gente, como son la salud y la educación pública.
Me contaron que en esa época, en las solitarias ciudades del interior, tiempos en que escaseaban los médicos, no había policlínicas públicas, mutualistas privadas, ni mucho menos ambulancias o emergencias móviles, el médico era una figura sagrada, y de respeto.
Frente a esas carencias, mi abuelo se dedicó a trabajar por los demás. Integró muchas comisiones que impulsaban obras para mejorar la calidad de vida de los piriapolenses. Así fue que organizó junto a mi abuela, la enfermera Blanca Álvarez, la primera policlínica pública, al comienzo una humilde pieza próxima a la comisaria. Luego ambos inspiraron un movimiento popular, que por sus propios medios, llevó adelante la construcción de nada menos que la actual policlínica que lleva su nombre.
Cuando ingresé a este liceo, mayor fue mi inquietud sobre mi abuelo cuando me encontré con su imagen en una enorme foto antigua, acompañando a más de 30 chicos de esa época parados frente a la escalinata de la Escuela 52. Esa foto representaba su otro legado: este liceo.
La historia fue similar. A fuerza del trabajo colectivo, voluntario y honorario no sólo de él, sino de muchísimas personas, este liceo, con el nombre de Liceo Popular, dio sus primeros pasos hace 60 años, y esa foto representaba su primer día, el 17 de marzo de 1958.
Para cuando tempranamente nos dejó, en 1972, con 62 años, Héctor Barrios, se retiraba satisfecho con la obra que dejó a todos los piriapolenses, para los de entonces, entre ellos sus propios hijos, que estudiaron en el Liceo Popular, como para los que vivimos en este siglo.
Entre los agradecidos con su obra, sin duda estoy yo, su propia nieta, a la que no tuvo la oportunidad de conocer, pero a quien le agradezco haber sido mi abuelo, por lo que me dejó a mí, y a muchísimos otros jóvenes como yo, al dejarnos la oportunidad material de poder construirnos un futuro mejor.
Muchas gracias.
Discurso del director del Liceo de Piriápolis, Prof. Hugo Estrán
El Liceo de Piriápolis “José Luis Invernizzi”, es sin lugar a dudas una de las instituciones más importantes de la comunidad local, materialmente en cuanto a la infraestructura y la dimensión del estudiantado que concurre, como por su trascendencia educativa y cultural.
En difíciles momentos como el actual, en que las inquietudes por formar un segundo liceo en Piriápolis son cada vez mayores, y más urgentes, creemos oportuno conmemorar el aniversario de esta institución, recordando sus orígenes, una historia realmente épica, como pocos del país tiene, una historia en la que hace 60 años los hombres y mujeres de nuestra comunidad decidieron ser protagonistas de su destino, cuando el 17 de marzo de 1958, y con el nombre de LICEO POPULAR, el Liceo de Piriápolis formó parte de una selecta constelación de liceos con raíces populares democráticas.
Todo comenzó el año anterior, cuando una nutrida asamblea de vecinos se reunió, preocupada porque un centenar de jóvenes piriapolenses debían viajar a Pan de Azúcar diariamente para poder continuar sus estudios secundarios, en tanto otros, por razones económicas, de seguridad, e incluso morales, no podían viajar para realizar su etapa liceal.
Fue así que se eligió una comisión proliceo, que viajó hasta nuestra vecina ciudad con el fin original de hacer un anexo del Liceo Pan de Azúcar. Las dificultades e inconvenientes que surgieron no amedrentaron a los piriapolenses, y en la convicción de querer dejarle un futuro mejor a sus hijos y nietos, decidieron emprender lo que parecía una quijotesca aventura: impulsar un liceo propio, es decir, un liceo de Piriápolis, para los piriapolenses, y sostenido por los piriapolenses.
Las raíces democráticas y republicanas que conserva esta institución estuvieron desde el inicio, cuando nuestro primer Director fue electo por voluntad popular entre una asamblea de 400 vecinos. Se trataba del Dr. Héctor Barrios, reconocido médico de la zona, en cuya personalidad bonachona, emprendedora y carismática encarnó la novel institución su espíritu popular, en el convencimiento de que “así como por la ignorancia se desciende a la servidumbre, por la educación se asciende a la libertad”, como alguna vez dijo.
Nuestros primeros profesores, y el propio director, por cuatro años trabajaron de forma honoraria. Hiciera calor, estuviera frío o lloviendo, allí estaban puntualmente. No eran docentes titulados, sino vecinos de la zona que ofrecieron generosamente su conocimiento profesional, entre ellos maestros, ingenieros, químicos farmacéuticos, artistas y bachilleres, así como militares y aviadores navales de las bases.
Los recursos para conseguir material didáctico y pagar los costos del liceo, junto con todo lo necesario para el funcionamiento normal de una institución educativa (papelería, copias mimeografiadas, bancos, libros, mesas, pizarrones, instrumental de laboratorio, etc) se obtenía mediante fondos populares, conseguidos con el trabajo de la Comisión presidida por el Quím. Farm. Bolívar Machado, por la Subcomisión de Damas y por APAL, buscando donaciones y realizando actividades para obtener fondos.
Así nació el Liceo Popular. Modestamente. Empezando en 1958 con un primer y segundo año, aunque cada año los cursos, y los alumnos, fueron creciendo, orgullosos todos de la épica que representaba su uniforme y su escudo bordado con la L y la P. Y como simbolizando este verdadero espíritu de Cruzada, los primeros alumnos inscriptos sumaron treinta y tres, los “Treinta y Tres Orientales” como bien pronto el Dr. Héctor Barrios los bautizó.
Fueron cinco años heroicos, superando día a día los obstáculos materiales que fueron surgiendo. Cinco años en que fuimos un liceo ambulante, que abrió sus puertas provisoriamente en el escuela 52, luego se mudó al entonces Hotel Astoria en Piria y Chacabuco, para luego estar algunos años en el Chalet Bonilla o Chalet de las Ventanas Verdes, sobre la Avenida de Mayo. Tiempo después el liceo funcionó en la Colonia Escolar, y retornó a la Escuela 52, hasta pasar por la casa de la familia Acosta, sobre la calle Uruguay.
En 1963, de la mano del matrimonio formado por la arquitecta Emilia Milka Alperovich y el artista y constructor José Luis Tola Invernizzi, y siguiendo el espíritu del Liceo Popular, trabajaron de forma honoraria para levantar el actual edificio.
Un año antes ya se había logrado la Oficialización del liceo, asumiendo el Dr. Damián Gurri como primer director oficial del Liceo de Piriápolis, con quien se inició otra etapa, oficial y estatal, pero no menos ejemplar que la anterior. Porque por una década fuimos parte del Plan 63, una experiencia piloto que implicó una revolución educativa para los alumnos que la vivieron , y que hizo de este liceo una institución modelo en todo el país.
Luego, durante la dirección de Marta Fresco, y luego del maestro Omar Delfante, se vinieron los duros tiempos de la crisis y la polarización del país, ellos, al igual que los docentes y alumnos, encauzaron la conducción del liceo conservando el espíritu igualitario y de compañerismo que este liceo había guardado desde los tiempos del Liceo Popular, aislándolo de la tormenta política que asolaba a la República.
Poco tiempo después, ya durante la caída de las instituciones, debió asumir responsabilidades similares la directora Edda Barboza, quien también logró llevar adelante el liceo y lograr que el alumnado conservara la unidad, la amistad y el compañerismo a pesar de los duros tiempos que se vivían, en tanto el liceo festejaba haber logrado efectivamente contar con los seis años completos de Educación Secundaria.
Los primeros años de retorno de la institucionalidad democrática fueron los del director Eduardo Laens, una época en el que se dio impulso a un nuevo movimiento popular, formado en su mayoría por exalumnos, que agradecidos por el legado dejado por este liceo, su liceo, y nuestro liceo, llevó adelante la gesta que culminó en la construcción de la planta alta.
Los años fueron pasando, y nuevos directores, otros docentes, y más y más alumnos, siguieron con el legado igualitario, popular y republicano dejado por sus pares de esa generación pionera de 1958, que decidió hacerse dueña de su destino, haciendo realidad aquellas palabras de Artigas: “Nada podemos esperar sino de nosotros mismos”.
Recordemoslas. Y aprendamos de esos hombres y mujeres que las hicieron realidad para dejar un legado que hoy es de Piriápolis todo.
Muchas gracias.
Viva el Liceo Popular!
Diario La Prensa agradece al Investigador histórico Prof. Gastón Goicoechea por su siempre valiosa colaboración para con nuestro medio, aportando material y fotos de interés para nuestros lectores.











